Cuenta la leyenda que en medina de Rioseco habitaba un cocodrilo en el río Sequillo. Por las noches destrozaba todo lo que los obreros habían hecho de la iglesia.
Cuando se enteraron los policías sacaron a un preso y le dijeron que si mataba al cocodrilo le soltarían, al siguiente día el preso se disfrazo de espejos y el cocodrilo se desmayó y el preso le clavó una lanza.
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